Cuantas veces escuchamos la frase “Es una pena lo sabía todo pero se quedo en blanco” o “Estudia mucho pero se pone muy nervioso y no rinde en los exámenes” , podríamos decir que en no pocas ocasiones pues se trata de hechos que ocurren normalmente en las escuelas; alumnos/as que cuando se examinan son incapaces de controlar sus nervios y su rendimiento baja, obteniendo unos resultados inferiores de los que realmente se merecen.
Siendo una consecuencia generalizada de tales acontecimientos la frustración.
Numerosas veces cuando un profesor/a comprueba que un alumno/a, que ha estado atento, no ha entendido sus explicaciones, le pregunta ¿Pero como no me has dicho que no lo entendías? las respuestas pueden ser variadas pero si se analizan con profundidad llegaremos a la conclusión que, en general, es un temor al ridículo o una falta de conexión con el profesor/a los motivos por los que el alumno/a es incapaz de trasmitirle que no entiende la explicación o simplemente formularle una simple pregunta sobre el tema que se este tratando.
Y así podríamos seguir poniendo muchos ejemplos, que tienen lugar en la vida diaria de una escuela, donde se pone de manifiesto que las emociones y los sentimientos son enemigos del adecuado desarrollo de las distintas actividades que tienen lugar en la misma y del desarrollo personal del alumnado.
Trabajar para que esto no sea así es primordial.
Por lo que debemos tener claro que la escuela no es solo un lugar de trasmisión de conocimientos, es donde, junto con la familia, los alumnos/as se van a desarrollar como personas, donde deben aprender a trabajar en grupo, a conocerse, a tomar decisiones, a establecer relaciones con los demás, etc.
Es por tanto necesario e imprescindible trabajar la educación de las emociones.
Desarrollar las competencias emocionales es una tarea que deben asumir los padres y madres y las escuelas, así nos lo puso de manifiesto Begoña Ibarrola es su conferencia “Cómo educar las emociones de nuestros hijos”.
Siendo una consecuencia generalizada de tales acontecimientos la frustración.
Numerosas veces cuando un profesor/a comprueba que un alumno/a, que ha estado atento, no ha entendido sus explicaciones, le pregunta ¿Pero como no me has dicho que no lo entendías? las respuestas pueden ser variadas pero si se analizan con profundidad llegaremos a la conclusión que, en general, es un temor al ridículo o una falta de conexión con el profesor/a los motivos por los que el alumno/a es incapaz de trasmitirle que no entiende la explicación o simplemente formularle una simple pregunta sobre el tema que se este tratando.
Y así podríamos seguir poniendo muchos ejemplos, que tienen lugar en la vida diaria de una escuela, donde se pone de manifiesto que las emociones y los sentimientos son enemigos del adecuado desarrollo de las distintas actividades que tienen lugar en la misma y del desarrollo personal del alumnado.
Trabajar para que esto no sea así es primordial.
Por lo que debemos tener claro que la escuela no es solo un lugar de trasmisión de conocimientos, es donde, junto con la familia, los alumnos/as se van a desarrollar como personas, donde deben aprender a trabajar en grupo, a conocerse, a tomar decisiones, a establecer relaciones con los demás, etc.
Es por tanto necesario e imprescindible trabajar la educación de las emociones.
Desarrollar las competencias emocionales es una tarea que deben asumir los padres y madres y las escuelas, así nos lo puso de manifiesto Begoña Ibarrola es su conferencia “Cómo educar las emociones de nuestros hijos”.
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