En el foro mundial de la educación que tuvo lugar en Dakar en abril de 2000 se establecieron seis objetivos, siendo uno de ellos:
“suprimir las disparidades entre los géneros en la enseñanza primaria y secundaria de aquí al año 2005 y lograr para 2015 la igualdad entre los géneros en la educación, en particular garantizando a las niñas un acceso pleno y equitativo a una educación básica de buena calidad, con las mismas posibilidades de obtener buenos resultados”
De este modo la comunidad mundial se comprometía a erradicar cualquier discriminación por causa de género que se pudiera producir en la enseñanza primaria y secundaría en el año 2005. Cinco años después, analizando la situación actual, queda claro que el objetivo propuesto fue demasiado ambicioso: el mundo se acerca de una manera lenta a la paridad entre los sexos en la educación.
Se han producido avances, es verdad. Si no hubiese habido un compromiso en conseguir este objetivo hoy habría 18,4 millones de niñas más sin escolarizar en África Subsahariana, Asia Meridional y Occidental y en los Estados Árabes, tal y como recoge el informe de seguimiento de la EPT en el mundo del 2011.
Este informe se ha presentado en diversas ciudades del mundo como una de las actividades que se están llevando a cabo dentro de la Semana de Acción Mundial sobre Educación para Todos, que tiene lugar los entre los días 2 y 8 de mayo y que bajo el lema: “!Sí, ella puede!” se pretende movilizar a millones de personas a favor de la educación de las niñas.
Las palabras pronunciadas por la directora general de la UNESCO son contundentes: “No es aceptable que la discriminación de género persista en los sistemas educativos”
Se trata, tal como apunta Irina Bokova, de una vulneración clara de los derechos humanos.
Como son las violaciones generalizadas a las que se ven sometidas las niñas y mujeres en países en conflicto, el terrorismo sexual.
No hay mejor forma para luchar contra las vulneraciones de los derechos humanos que utilizando la educación, la educación es la mejor arma.
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